Gontxo Mazarraza (@GontxoMazarraza)
Cada vez suenan más voces
que critican la designación de Catar como sede del Mundial de 2022. Desde
todos los ámbitos y con diversos motivos. Desde el factor meteorológico, a una hipotética modificación
del calendario para disputarlo en invierno, la situación laboral de los
trabajadores a incluso acusaciones de compras y amaños para resultar elegida. Aunque
aún no se sabe, a algunos nos empieza a surgir la creencia, que viendo
el error del nombramiento del país asiático, la FIFA está preparando el terreno
para retirarle esa organización.
Solamente existe un
precedente. En 1974, la FIFA había determinado que Colombia sería el
país organizador del Campeonato del Mundo de 1986. Era la última
decisión que presidió Sir Stanley Rous, que apenas cuatro días después fue
derrotado en su reelección por el brasileño Joao Avelange.
La candidatura se llevaba forjando desde hacía cuatro años antes, y el que
fuese seleccionada supuso una explosión de alegría en el país colombiano.
De inmediato se iniciaron
los preparativos. Se creó un comité organizador y comenzaron las obras en los
estadios, la reforma de El Campin, sede de la final, proyectos para construir
nuevas instalaciones en Armenia y Barranquilla... Se presentaban proyectos que
sirvieran de iconos. Nuevos estadios, reformas, rascacielos, hoteles,
infraestructuras en transportes, etc... Pero las maquetas y planos no se
concretaban, y sus costes parecían elevadísimos para la maltrecha economía
colombiana. Tanto que a apenas seis años de la cita, el presidente Julio César
Turbay, comenzó a plantearse la conveniencia de organizar el evento y
cedió al Parlamento la consulta sobre si se debía realizar y como sufragarlo económicamente.
Varios representantes y miembros del Comité Organizador redactaron un proyecto
para crear la marca "Colombia 86" encargada de conseguir el capital
para financiar el campeonato, y el presidente se comprometió a llevarlo a cabo.
La FIFA, que ya tenía la mosca detrás de la oreja, también demandaba ese
compromiso o un anuncio oficial de renuncia a organizar la cita.
El final de legislatura
aparcó la aprobación legal hasta 1981, y Avelange impaciente, llegó a viajar a
Colombia en agosto del 81. Pese a su apoyo público a que Colombia organizase el
campeonato, instó a que el país presentase firmemente todas las exigencias en
un plazo de 120 días desde el final de la Fase Final que se celebraba en España
en 1982. Pero en la cabeza de los dirigentes proseguían las dudas. Surgían
voces críticas priorizando otros aspectos sociales. El presidente Turbay en una visita oficial a Rio de Janeiro, también se
mostró contrario a la organización, y los medios locales comenzaron a postular
al país brasileño como sede sustituta. En 1981, de nuevo el Parlamento, posponía la aprobación definitiva de la Ley para
desarrollar el Mundial, y se entraba en 1982, ocho años después de
la designación con todavía mucha infraestructura que desarrollar.
Finalmente, en
abril de 1982, la organización encontró un empujón definitivo. La Federación y
un gran complejo empresarial prepararon un Mundial con casi el 100%
financiado por manos de inversores privadas, con apenas gasto público y que se
disputaría en apenas seis sedes. El Gobierno dio luz verde, y por fin, parecía
que Colombia comenzaba a preparar su Mundial con ocho años de retraso, aunque
aún en el plazo marcado por la FIFA. Pero el organismo futbolístico
no permaneció tan de acuerdo. No veía con buenos ojos que las comunicaciones y
retransmisiones estuvieran en manos privadas, ni tampoco la seguridad,
además de establecer unos requisitos en materia de ciudades, capacidad de
estadios e infraestructura hotelera y de transporte. Durante el Mundial de
España, se dieron los últimos arreones diplomáticos. El Presidente
electo, Belisario Betancur seguía dispuesto a organizarlo,
siempre y cuando no costase un centavo al Estado, pero los gerifaltes de la
FIFA y los países que pugnaban por ocupar la sede de Colombia, ya se
movilizaban para lograr la renuncia.
Y así se produjo. La
FIFA emitió de nuevo los requisitos. Algunos técnicos como estadios de gran
capacidad o una torre de comunicación en la Capital, otros de transporte
ferroviario y de la red de carreteras, otros financieros como la libre
utilización de divisas extranjeras y otros de beneficio propio como la
congelación de tarifas hoteleras para miembros de la FIFA y de las
Federaciones Nacionales así como disponer de una amplía flota de limusinas para
estos mismos. Unos requisitos excesivos e inasumibles en cuatro años. Y
menos para un Gobierno dubitativo y que acababa de tomar posesión. Finalmente
el 25 de octubre de 1982, Betancur anunciaba en un comunicado, lo que era un secreto a voces,
Colombia renunciaba a organizar el campeonato:
"Como preservamos el bien público, como sabemos
que el desperdicio es imperdonable, anuncio a mis compatriotas que el Mundial
de fútbol de 1986 no se hará en Colombia, previa consulta democráticas sobre cuáles
son nuestras necesidades reales: no se cumplió nuestra regla de oro,
consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la
multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay
siquiera tiempo para atender las extravangacias de la FIFA y sus socios. García
Márquez nos compensa totalmente lo que perdamos de vitrina con el Mundial de
Fútbol".
El texto era muy duro con
la FIFA y fue respondido por Avelange. Asimismo hacía alusión al galardón del
escritor García Márquez como premio Nobel de literatura. Pero ponía fin a ocho
largos años de dudas y controversias relativas a la organización del evento. En
enero de 1983, México, que había organizado el campeonato en 1970, era
seleccionado para la cita de 1986.
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