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Diego Sancho (@SanchoDiegoo)

Ocurrió algo que la selección iba a tener dentro de su crecimiento natural: adorar a un futbolista hasta su retiro, por eso nos sentimos tan extraños sin él. Antes podíamos presumir de logros, de victorias o de los técnicos que las impulsaron, pero no de un tipo que haga historia con y sin la “vinotinto”. Eso es Juan Arango. Opacado en su época por Juninho Pernambucano, David Beckham, Andrea Pirlo o el turco Calhanoglu, sus tiros libres nunca fueron considerados como los mejores del globo. Para nosotros es lo mejor y lo más grande que ha parido esta tierra. Le enseñó al mundo dónde queda su país con su talento, como hizo Shevchenko con Ucrania; como Drogba con Costa de Marfil.

Pedir su continuidad era quimérico. Caminaba para ahorrar energía y recuperar o defender no era su fuerte. El vigente cuerpo técnico le encontró fuera de Europa y con 34 años. Le ofreció roles menos desgastantes y cada vez más lejos del arco, a veces no empezaba en el once titular. “El Capi” entendió los mensajes implícitos de su descenso funcional y dio un paso al costado. Después de más de una década viéndolo con la selección, la más gloriosa de la misma, Arango no es más vinotinto.  Lo escribo, pero no aún no lo asimilo.

¿Quién ocupará su posición?

Cabe acotar que escribimos su posición y no su rol. Era un interior tirado hacia la izquierda para lanzar el balón largo al delantero o rematar con su pierna hábil, también podía hacer de mediapunta, era raro verlo fijado en la un solo sector. En su despedida jugó al lado de Tomás Rincón, puesto que le correspondería a Luis Manuel Seijas. El de Independiente Santa Fe es precisamente una propuesta seria para reemplazarle, en su equipo ha mostrado características acordes a lo que “Chita” aspira: robo del esférico, ataques posicionales y movilidad absoluta los desde el primer pitazo hasta los tres últimos.

Los tiros libres

La circunstancia donde más le extrañaremos. Cuando se disponía a cobrar sus famosos zurdazos con barrera existía ese buen feeling de lo que podía pasar. Además que muchas veces ayudaron a rescatar puntos o a reanimar a los suyos. Acá también Seijas tiene créditos, se le vio pateando tiros libres en los amistosos previos a las eliminatorias. Otra opción es Rómulo Otero, más naturalizado con el pateo a distancia y no menos eléctrico. Es capaz de generar la falta que convierte en gol. A largo plazo será cófrade del mediocampo.

La herencia de la banda

El relevo en la capitanía es el aspecto menos discutible tras su ida. Tomás Rincón en la Copa América demostró estridencia competitiva, es el líder natural del vestuario. Consolidado desde la era Farías, pero ahora en un perfil más participativo en la gestación, menos tarjetero en los cruces y más arengador. Al tachirense le calza justa la malla en el brazo, junto a Arango fue titular domingo a domingo en la Bundesliga por varios años y hoy cuerpea en el balompié itálico.

En esta primera serie de partidos, Venezuela enfrentará figuras amenazantes y sistemas flexibles. De perder alguno de los dos cotejos, se hablará de su ausencia o de la influencia de su ausencia. En este deporte están los que están, y cada quien se arropa hasta donde le llega la cobija. Se recordará al Arango del 2009 y no al de 2015 que juega en Xolos  y que camina a partir del minuto 70. Sanvicente – que le da esguince de pupila un jugador lento- no podía discriminarlo por una cuestión jerárquica, pero ahora su panorama holístico es más rico para encontrar mayor eficacia en la ejecución de su juego.


Ahora Juan tiene su nombre escrito en millones de corazones. Es un ídolo hasta la tumba y podrá vivir para contarlo. Por la radio escucha que un jovencito que lleva un año haciendo goles como loco en Holanda (Christian Santos) ha perdido el chance de estar en la selección porque en dos amistosos no pudo dar lo mejor de sí. Se queda pensando en los tiempos en los que él empezó a jugar, era un milagro que un venezolano estuviese del otro lado del charco; ahora son decenas de criollos. Quien abrió las puertas de par en par al exterior fue él, dejó esa estela al fútbol de un país falto de verdaderos legados.

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