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Por: Ruben Guerrero (@RubenGuerreroA)

La carrera futbolística de Juan Carlos Osorio lo ubicó en un escenario diferente pero también ligado al balompié. La fortuna que el colombiano no encontró como contención, no solo defensivo, también con funciones mixtas, sí la consiguió desde el área técnica del terreno de juego. El ahora estratega abandonó los toques de balón por la pizarra.

Después de cinco años como profesional en el Deportivo Pereira, Osorio partió a los Estados Unidos, donde se graduó en Ciencias del Deporte y Preparación Física, para tomar con seriedad sus metas futuras; poco después se marchó a Inglaterra. En Europa se especializó en materia del futbol y el en Manchester City dio sus primeros pasos como asistente técnico.

Con varios años preparándose, Juan Carlos partió a su primera experiencia en solitario en el 2006 para dirigir a Millonarios de Colombia; con el modesto cuadro cafetalero consiguió el pase a la Copa Sudamericana antes de cambiar de aires, esta vez, como entrenador a la MLS. Allá, además de un par de títulos, dejó en claro la definición de su estilo: equilibrado, efectivo y dinámico.

En Estados Unidos comandó los hilos del Chicago Fire y del NY Red Bull; el único apartado oscuro en su estancia fueron las formas. De ambos equipos salió por la puertas trasera. Esto sentaría un precedente en su carrera. En 2009 asumió en el Once Caldas de su país, donde también salió campeón todo iba viento en popa.

Una nueva oportunidad se ponía en su camino. Era 2011 cuando Puebla, humilde equipo mexicano, se cruzaba en su camino. El timonel no lo pensó dos veces y aceptó la propuesta. Los resultados positivos abandonaron entonces su carrera. Juan Carlos se olvidó de ganar con La Franja y se le recindió el contraro. Su trayectoria enfrentaba su primer tropiezo.

Para borrar la mala imagen, el técnico se refugió en su nación, a donde siempre volvía. Tomó las riendas del Atlético Nacional (2012) y en un lapso de tres años conquistó seis títulos entre Liga y Copa. Osorio despejó las dudas de su labor y conquistó el gusto de una afición exigente, acostumbrada a ganar. Su estilo le abrió las puertas del Sao Paulo...

Apenas con cinco meses en el banquillo y cerca de un primer cetro (Copa brasileña), Osorio ha decidido dejar al cuadro rojinegro. Su táctica, análisis y libreta en mano con la que salta al terreno de juego, se trasladarán, de nuevo, hasta México, pero esta vez, para comandar a la selección absoluta y determinar si su infortunado paso por Puebla solo fue una catastrófica coincidencia.

La meta futura y encomienda con la que viene a la nación azteca parece sencilla: clasificar al Tricolor a la siguiente Copa del Mundo sin pretextos. Osorio apuesta todo a que cumplirá con la apuesta, pero existen dudas a su alrededor: ¿abandonará el timón como en otras ocasiones cuando los resultados no sean favorables?

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