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Tengo apenas 15 años y soy de Caracas. La capital del país dónde una arepa supera una pizza. Soy un venezolano estudiando para salir de bachiller y convertirme en periodista y un ser de progreso para mi Venezuela.

En un país donde el béisbol es la religión, el fútbol siempre estuvo allí para mí. Un camino que desde jóven siempre me generó muchísimo interés. Mas que un 'hobbie', siempre he tenido claro que quiero dedicarle mi vida a esto. Tomando en cuenta que soy como Galeano en uno de sus cuentos (un crack en mis sueños y en la realidad tengo dos patas de palo), decidí irme por una vía que alimenta dos de mis grandes pasiones: periodismo y fútbol. Vivo y respiro fútbol como cualquier muchacho: Loco por este deporte. Escribir lo que me gusta siempre me ha encantado y cada vez que se me da la oportunidad me podrás leer con la última idea que se me ocurrió plasmar en notas. Puedo ser neutral, pero a veces que no puedo callarme la boca, para ello: notas y mi Twitter. 

El fútbol tiene múltiples beneficios. A mucha gente ayuda a encontrar trabajo, salir de la pobreza, o encontrar el amor en los colores de una institución. A otros les sirve de desahogo. Ya lo dije, el fútbol siempre ha estado conmigo. Momentos dónde he llorado de alegría y momentos donde prendes la TV a ver el juego y te olvidas de lo que te ha pasado. Papá sabe que son 90 minutos de pie en el estadio Olímpico cantando "Dale Roo"... bueno no, con su hijo atrás guindando Y cantando mientras él lucha por respirar.

Mundial de 2006: Italia campeona del Mundial de Alemania 2006. El equipo al que apoyaba porque alguito de ellos tengo en mi sangre. Claro que me alegré, pero el gol de Grenddy Perozo en la Copa América de 2011 fue simplemente lo mejor. Llorar de alegría y gritar con papá, mama, y mi pequeñísimo hermano (1 año tenía). Tengo muchísima fé en que tanto en fútbol como en país, vendrán tiempos mejores. ¡Representando mi bandera, un tricolor con sus estrellas: Venezuela!

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