Esteban Ávila (@EstebanAvila)
Yo
lo vi. 24 de mayo de 1987. No era feriado, porque cayó domingo. El Día de
la Patria fue escenario perfecto para una definición de Copa Libertadores, de ese torneo bravo y épico que
era antes del 2000, donde para imponerse había que ganar sin
dejar dudas jugando dentro y fuera de la cancha. No era la Copa soft y
edulcorada de hoy, la de Fox.
En aquella jornada, Barcelona comparecía a la
cancha del Modelo. Necesitaba ganarle a Olimpia de Asunción para ser primero del grupo y solamente
así clasificar a las semifinales. Ganar o ganar. Si empataban, la clasificación
era para los franjeados, equipo copero y tradicional como muy pocos en el
continente.
Toma y dame, ida y vuelta, agonía,
desesperación y nervios. Todo estaba 2-2 hasta el minuto 76, cuando un centro de Galo
Vásquez encontró la cabeza del uruguayo Walkir Silva. Gol. Era el 3-2, así se alzaba la
puerta de la clasificación dentro de los seis mejores equipos del continente.
- Ingresa en el blog de Esteban Ávila
Eso
era “ganar a lo Barcelona”. Ni más, ni menos. Hubo muchas antes,
también muchas después. Imposible olvidar, por ejemplo, los triunfos sobre Colo
Colo y Sao Paulo (1992), aquella clasificación por encima de Universitario de
Perú (1993), la semifinal de la Copa con Cerro (1998). Antes, el título de
1997.
¿Qué entiendo yo por “ganar a lo
Barcelona”? Ser más fuerte que los fuertes,
ser roca si el rival es acero. Esto, de ninguna manera es lo que
sucede hoy: sufrir
como madres para sacarles un golcito de diferencia a escuálidos contendientes.
La figura retórica, con el paso del
tiempo, se distorsionó. La
realidad dicta que Barcelona,
desde 1998, ha sido un equipo más del montón. Tantas veces campeón como lo fueron
Olmedo o Deportivo Cuenca. Como ya no juega contra los grandes del continente, sino a duras penas le pone la
cara a equipos del medio que
lo han superado en importancia competitiva, ¿Cómo apelar a aquello de “ganar a
lo Barcelona”?
Planteadas así las cosas, tan
crudamente, para
la prensa simplista no hay otra salida que endilgarle caracteres gloriosos
y míticos a cualquier victoria sufrida y difícil de local, sobre rivales de dudosos
antecedentes históricos.
¿Qué tienen que ver el gol laboriosamente
conseguido por Jonatan Alvez el sábado con el de Walkir Silva?
¿En qué se parece el Deportivo Cuenca y Olimpia? ¿Cuál es la equivalencia
histórica entre una fecha de la competencia local y la clasificación a la
semifinal de la Copa Libertadores de América?
Las preguntas anteriores parecen
obvias, pero hay que plantearlas. Sus respectivas respuestas explican la devaluación del
término “ganar a lo Barcelona”. Una frase golpeadora,
tenaz, que tiene impacto en la gente. Como ya no hay triunfos importantes que
cuenten para la historia real del club, hay
que usarla a destajo; apenas haya oportunidad. Así, se
volvió un lugar común, tedioso como todos sus similares.
La gente, feliz, traga este aceite
hirviendo. Se crea en la cabeza el imaginario de que Jerónimo Costa es Éver Hugo
Almeida, Federico Alonso se bate como Rogelio Delgado y Lauro Cazal comparte
con Evaristo Isasi algo más que la nacionalidad. Y así, por efecto de la goebbeliana
política de repetir 100 veces una mentira para hacerla verdad, el triunfo sobre Deportivo
Cuenca pasa a ser una especie de conquista de las Termópilas,
cuando en la realidad no es sino una de tantas victorias de trámite, acaso
digna de reparos porque fue conseguida de forma sufrida.
Planteadas así las evidencias, solamente queda reflexionar
sobre el por qué cierta prensa recurre a engañar a la gente con conceptos tan
impropiamente aplicados como el citado. Vivimos una época donde el afán de cuestionar ha
quedado relegado por la voluntad de quedar bien con Dios y el diablo. Hay que sonar bien con todo lo que se
le dice a la hinchada del equipo ganador, porque eso asegura audiencia. Una diminuta mención acaramelada en Twitter al
club de moda, al dirigente encumbrado, nunca estará mal. ¿Para
qué meterse en honduras y dudar, si elogiar a mansalva es más fácil?
De todas formas, siempre habrá un espacio para decir algo más que lo obvio.
Si quieren
ver qué era “ganar a lo Barcelona”, les dejo este video. Cortesía de Diego
Arcos.
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