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No hay muchos jugadores en el mundo del fútbol que puedan presumir de firmar su primer contrato profesional con 16 años. Mucho menos de que a esa edad, siendo aún imberbes, tengan una cláusula de rescisión de 50 millones de euros. Tampoco hay muchos que hayan portado el 10 del Santos (como Pelé) y el 11 (como Neymar). Pero sí es ese el caso de Gabriel Barbosa (19 años), a quien apodan “Gabigol”.

Como tantos críos allí en Brasil, Barbosa empezó jugando en canchas cerradas de parqué al fútbol sala. Descubierto por Zito, antigua leyenda del Santos, rápido ingresó en las categorías inferiores del Peixe y siguió su formación alternando fútbol sala y fútbol 11. Comparado con Neymar cuando empezó a hacerse un nombre desde bien pequeñito, hay que matizar que no tiene nada que ver el estilo de uno y de otro. Claro que la cercanía en términos de presente del club (llegaron a jugar juntos en una ocasión antes de la salida de Neymar a España), la apariencia física (el look) y el ansia del gentío de ver a un nuevo O Reimás pronto que tarde ayudaron. Tampoco se pueden obviar los más de 600 tantos que anotó “Gabigol” en sus años en la cantera del club brasileño. Para más inri, el Barcelona se guardó una opción preferencial sobre él cuando cerró el traspaso de Neymar, comparte agente con el crack del conjunto catalán y Nike le incluyó en su lista de representados cuando sólo tenía 15 años.


Y es que apenas había acumulado unos cuantos partidos en el máximo nivel cuando ya oía cantos de sirena. No tardó más que un par de meses en hacer su primer gol como profesional. Fue ante el Gremio, en un duelo de Copa en agosto de 2013. Y tras un puñado de buenas apariciones más se le subió demasiado la moral, el autoestima y el ego y eso se tradujo en peinados extravagantes, celebraciones subidas de tono y algún que otro affaire con entrenadores y compañeros por creer una grandeza que aún no tenía. A la orden del día para un joven que con 17 años tiene más dinero en el bolsillo del que podía llegar a imaginar y ve cómo las adolescentes forran sus carpetas con su figura. Y por un momento pareció que se iba a quedar ahí, en eterna promesa, en el jugador que sigue jugando en su país a medio gas sin darse una mala carrera hasta casi los cuarenta. Pero no. Gabriel tenía, y tiene, un hambre desmedido y tras ese pequeño bajón, sólo ha sabido seguir subiendo con pasos cortos pero firmes.



Gabigol es un delantero con movilidad. Podría decirse también que es un extremo con gol, pero no. Su estilo de juego no es el del típico brasileño fino, eléctrico, regateador, con desparpajo y desvergonzado. Gabriel es el Luis Suárez de hace dos lustros. Es imposible no verle jugar en la banda y acordarse del Suárez que dio el salto a Europa, el del Groningen y sus primeros años en el Ajax. Caído siempre a banda (Suárez solía hacerlo en la izquierda, Barbosa en la derecha), enfilando la portería con diagonales veloces y contundentes. Posee una arrancada potentísima que le permite ganar ventaja en los primeros metros, una zurda con mucha calidad (verle utilizar la parte exterior de su izquierda es un lujo para la vista) y es muy fuerte en la disputa del balón. Fija bien a los defensas, aunque no se acerca a lo que hoy es Suárez, que es el mejor del mundo en ello. Reconvertido desde las inferiores en un delantero móvil en vez de un nueve de área, Gabriel ha logrado en 72 partidos oficiales hacer ya 19 dianas. 

Tendrá que pulir muchas cosas y es bastante probable que en un futuro no muy lejano acabe jugando más centrado en el área, algo que hará aumentar sus cifras goleadoras. Para ello tendrá también que trabajar en una faceta casi más mental que táctica: ser más egoísta. Y es que lo que diferencia a los buenos delanteros de los mejores es ese ansia de marcar. Algo que, a día de hoy, Gabigol no tiene. El brasileño, completísimo en todo lo ofensivo (su definición en el mano a mano es simplemente exquisita), no duda en asistir a un compañero siempre que tiene la ocasión, por mucho que su posición también sea idílica para marcar. Y es por eso primordialmente por lo que no es todavía un asesino del gol. Sus 12 asistencias empujan a los técnicos a seguir poniéndole más en la banda que en el centro, pues desde ahí genera goles, ya sea marcándolos o dándolos.

No sorprende entonces ver que Dunga le ha convocado para la Copa América, pese a sus 19 años, para completar una nómina de delanteros en la que están Hulk, Douglas Costa o su compañero y socio en el Santos, Ricardo Oliveira. Como tampoco que ya hiciera su debut en una lista con los mayores en un partido de clasificación para el Mundial. Fue en el partido ante Paraguay de hace unas semanas y, aunque no jugó, suyo fue el premio de tener en su poder la camiseta con el dorsal número 10 que pertenece a un Neymar que entonces estaba sancionado. En el futuro próximo Barbosa tendrá que dar un nuevo paso de gigante. En sus casi tres años como profesional, ya puede presumir de ser subcampeón de Copa y campeón del Paulista en una ocasión (más otros dos subcampeonatos). Un buen hacer también en verano en Estados Unidos le abriría de par en par de forma prematura las puertas para el salto a Europa. Equipos varios ya se han interesado en él, aunque parece más centrado en mejorar y progresar antes de salir de Sudamérica. 

Y es que con la selección nunca ha sido muy afortunado en los momentos importantes. Acudió al Mundial Sub17 en el año 2013, pero Boschilia y Mosquito le cerraron el paso y apenas pudo jugar un par de partidos. En el primero, un gol suyo ayudó a la Canarinha a lograr una goleada ante Emiratos Árabes Unidos. Intrascendental. El segundo llegó en los cuartos de final, ante México. Entonces, con el duelo empatado tras la prórroga, Gabriel tuvo en sus botas el pase a semifinales en el penalti decisivo tras el fallo de los mexicanos. No logró marcar y la tanda continuó hasta que varios lanzamientos después, Brasil cayó eliminada. 

Tampoco le fueron muy bien las cosas el pasado año en el Sudamericano Sub20 que se disputó en Uruguay. Pese a su juventud, el del Santos partía como el líder de una Brasil en la que había nombres de la talla de Malcom, Kenedy, Nathan, Guilherme o Thiago Maia. El papel de Brasil dejó mucho que desear y, pese a que logró el pase al Mundial, nadie en el país quedó satisfecho con el hacer de la canarinha.Barbosa fue uno de los señalados por el técnico y se quedó fuera del Mundial que se jugó meses después donde una selección calificada como 'B' logró el subcampeonato superando las expectativas. 


Gabigol tiene una cuenta pendiente con la verdeamarela y este verano tiene la oportunidad de darse a conocer a quien todavía no saben quién es. Para los que ya le tienen en el punto de mira, no hay muchas dudas en afirmar que su nombre retumbará por todo el mundo durante la próxima década y cuanto antes empiece a hacerlo, el fútbol habrá ganado.

Extraído de tocoymevoy-21 

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