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Diego Sancho (@SanchoDiegoo


“El error –es decir, la fe en el ideal- no es ceguedad. El error es la cobardía” Federico Nietzsche

El cierre de temporada de Colo Colo es algo que muchos medios e hinchas no especulaban ni esperaban respectivamente. Todo parecía marchar rumbo al título del Clausura. Tras una Copa Libertadores breve y una caída cualitativa en el torneo local, el desconcierto es grande. Con tantos jugadores capaces de hacer un buen semestre, algunos de referencia en el continente ¿Cómo se explica que el albo tenga este bajón en su rendimiento?

Los del cuadro popular habían mantenido un estilo con influencias europeas: elaborar la jugada con circuitos de pases que van del área propia hasta la zona de finalización. Para hacer que la progresión sea efectiva, usaban a sus laterales (ambos de porte ofensivo) para la creación de superioridades en la mitad de la cancha, buscando proyectarse cerca de la línea que marca el esférico. Colapsar el mediocampo aminora el riesgo de sufrir contraataques y ayuda a tener siempre una opción de pase cercana. Con dos volantes de marca doctos en la recuperación –usualmente Baeza y Pavez- “Pajarito” Valdés tenía escoltas a la hora de conducir o filtrar el último o penúltimo pase. La idea estaba clara.

Dice Didier Deschamps, ganador de la Copa del Mundo en 1998 y seleccionador de Francia, que existen “dos zonas de la verdad… Si tienes a un buen portero y a un gran delantero, no estas lejos de la victoria”. Colo Colo cumple con ambos requisitos. Si el cacique fuese una oración, Esteban Paredes sería el punto final. Referencia ofensiva inexorable; uno de las mejores puntas de Sudamérica. La manera en la que se explota su potencial goleador es parte de un trabajo continuista con respecto a otras gestiones. Justo Villar hace que delanteros como Paredes tengan un mal día en la oficina, pese a sus 39 años sigue siendo el guardameta titular en la selección guaraní.

Al profesor Sierra se le dieron las herramientas para poder hacer un semestre acorde a la altura de un grande. Si bien el once que dibujaba en Libertadores era un lujo para la categoría, solo pudieron ganar ante Melgar en dos ocasiones. El guion se repetía aunque variasen los nombres. El inmutable 4-3-3 con casi siempre los mismos intérpretes y relevos derivó en un comportamiento predecible. Hubo quejas de que los jugadores no podían crear peligro, esto es dado a que los rivales se habían dado cuenta de que los patrones de avance se repetían. En una plantilla de menos de 16 jugadores, las posibles variantes son más fáciles de estudiar y anticipar. Es como el plato que siempre se prepara con los mismos ingredientes; solo por el olor se le puede reconocer.

Josep Guardiola tuvo este mismo problema con los jugadores del Bayern Múnich en su primera temporada. En el libro “Herr Pep” de Marti Perarnau se habla de un problema que se repite en escuadras que buscan avanzar con el esférico de manera similar: “el balón circula de una banda a otra de manera inocua: de Ribéry a Alaba; de este, a Dante; del brasileño, a Boateng; de este, a Rafinha y finalmente a Robben, dibujando una especie de u mayúscula. A veces también intervienen Neuer y Lahm. Es un movimiento horizontal que no conduce a ninguna parte. El balón circula de un costado al otro, de pie en pie, sin la menor sustancia. Es como un guiso sin sal. El rival puede defenderse casi sin esfuerzo porque los jugadores del Bayern en ningún momento intentan romper sus líneas”.




Empates a cero ante Atlético Mineiro e Independiente del Valle como local fueron la mayor prueba de que el once fijo pecaba de repetirse en su accionar y la sorpresa no llegaba, todos sabían que Paredes era el blanco de la movida. De pronto la surgió desconfianza en el juego de toque. Los jugadores empezaron a dibujar esta “u” en la cancha mientras no estuvo Parades para recibir el último pase. Además que la calidad entre Paredes y sus no tan planificados sustitutos era abismal. No había confianza para descargar y el conservadurismo les jugó en contra.

“Los dos enemigos psicológicos principales con que los deportistas tienen que aprender a lidiar son el miedo y el orgullo. En ese orden.” Escribe Manuel Llorens, psicólogo deportivo de importante referencia en el fútbol.

 En Arequipa tuvieron que valerse de sus laterales incursionando hacia el área para poder remontar agónicamente el inesperado 1-0, necesitaban la victoria para seguir con vida en la copa. Centros y remates de larga distancia eran las nuevas vías: las expresiones lúdicas de un colectivo que ya no creía en su propio libreto para poder hacer daño. Melgar no pudo contener tanta repetición y cedió. Beausejour demostró no solo ser un carrilero de gran entrega, sino que no hay en la plantilla quien pueda rendir en sus condiciones. Ganaba una plantilla timorata y sin un plan B definido. El Independiente del Valle los sacó del certamen con un empate sin goles. Un proyecto se imponía ante el cortoplacismo.

“Es frecuente que el deportista estime su capacidad sobre la base de su mejor actuación. A veces comienza a fabricarse una autoimagen desmesurada. Los observadores, en cambio, tienden a evaluarlo sobre la base de su rendimiento promedio. Esta discrepancia genera a menudo desencuentros.” Prosigue Llorens en su libro “Terapia para el Emperador”

Se habla, puertas afuera del vestuario, que existe un divorcio entre el cuerpo técnico y el plantel. Si se utiliza consecutivamente un grupo y se discrimina a una porción importante de los elementos disponibles, estos pueden empezar a oxidar el vestuario. Unos, con estas ínfulas provenientes de las estadísticas que los confirman como titulares del equipo; y los otros, los que sienten recelo de sus compañeros al sentir que en el fracaso siempre se pudo hacer algo mejor colectivizando más las participaciones. La disparidad de los egos trascendió la capacidad de influencia de los líderes y empezaron las declaraciones fuera de lugar a aparecer en la prensa. Se sembró la semilla de la imprudencia en el fango de la táctica impositiva.

Este tipo de conflictos son típicos en equipos que suelen mantener un once fijo. El ir rotando posiciones va calmando los ánimos de la plantilla, haciendo que todos se sientan parte del grupo. La dirigencia del albo puede jactarse de haber invertido recursos para poder alinear a ciertos nombres, de manera que sean titulares. Sin duda es el mejor once de Chile en nombradía. El problema surge cuando no se estimula la competencia interna. Los que ven la acción desde el banquillo; los que no son parte del proyecto; los que no pertenecen a la idea del entrenador son los mismos que impulsarán su caída. No son solo once.

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