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Por: Juan Manuel Baena (@JuanManuelBaena)

Cuatro juegos amistosos fue lo que alcanzo antes del inicio de la Copa América Centenario, para que Dudamel vaya armando lo que quiere ver sobre el campo de juego, siendo lo mostrado ante Costa Rica lo más parecido a lo visto ante Jamaica.

Ante todo, hay que resaltar un detalle básico pero fundamental, el retorno de la armonía al grupo; el ameno ambiente que se respira, con el nuevo cuerpo técnico. A diferencia del saliente. Con Noel el principal factor X negativo de la selección, por uno u otro motivo, fue la amarga atmosfera que se vivió en camerino. Como bien lo manifiesta Alejando Guerra: “Hay que contagiarse de esa alegría con la que él -Dudamel- trabaja con todo su cuerpo técnico”. Dudamel, rápidamente supera la primera alcabala que era, recuperar el espíritu y la confianza de sus jugadores, de creer en sus capacidades y que con trabajo se pueden logran las cosas, de volver a ser competidores.

Venezuela fue de menos a más, con un inicio timorato hasta que se fue asentando con el correr de los minutos. Clave de ello fue el factor colectivo, que obviamente necesita que sus piezas individuales estén engranadas para que juntos formen un todo; uno de sus principales protagonistas es el indiscutible Arquímedes Figuera. Tras la partida de Lucena, al fin Rincón consiguió el socio ideal que le acompañe en la primera línea de volantes; sólido y zagas al corte, se anticipa a la jugada del rival, domina la posición a placer; dándole así la libertad y confianza a Tomás para proyectarse al ataque. Con Tomás y Arquímedes, Venezuela gano en control, espacios, quite y posesión de la pelota. Juntos significan garantía.  

En la misma onda, con el retorno de Rolf a la selección, se está solucionando un gran dolor de cabeza que había en el lateral izquierdo. Su actuación, fue más que positiva. Salvo par de desaciertos de marca en el juego aéreo; defensivamente, Feltscher brindo solidez, nunca fue superado en el uno contra uno, creció con el partido, y si bien en sus proyecciones no posee la fluidez y desenvoltura ofensiva de un “Zurdo” Rojas, se le vio seguro en las salidas controladas, supo asociarse con los volantes e hizo correctos pases de cambio de bandas que oxigenaban las ideas, cuando por su costado el rival cerraba sus líneas; no me quedan dudas que es el nuevo dueño de la posición. Y ni hablar de Rosales quien tuvo una participación impecable tanto en defensa como en verticalidad.

Con respectos a los centrales, Vizcarrondo volvió a verse muy lento, y sufrió con la velocidad de los volantes jamaiquinos; la colectividad defensiva de sus compañeros, le ayudo a verse mejor de lo que en verdad estuvo las veces que fue exigido. Considero que Vizca, debe dar un paso al costado, su titularidad  produce más dudas que garantías. A diferencia de éste, Wilker Ángel viene en ascenso, está creciendo y consolidándose, se aprecia más consistencia; está corrigiendo rápidamente de sus propios errores.  

De lo positivo, la renta y el sufrimiento. Venezuela en el primer tiempo tras dominar sus propios desórdenes defensivos, se fue afianzando, ganando en volumen de juego, se desplazaba en bloque, circulando el balón en la búsqueda de espacios, disfruto del juego asociado. La jugada del gol, surge con un Rolf anticipando que corta un pase y asiste de primera, creando una hermosa jugada de 4 toques rápidos consecutivos con Seijas, Salomón y Guerra que finaliza en los pies de Josef. 



Ahora bien, si en la primera parte a Jamaica se le contuvo por la sociedad de los volantes venezolanos, también es cierto que en inicio del segundo tiempo, teniendo un jugador más en cancha, Venezuela sufrió sin necesidad; la lectura de como iba partido pedía cambios urgentes, donde Seijas y Guerra, ya no generaban, se quedaban sin ideas y solo se dedicaban a devolver de primera el balón. Con una evidente lentitud de estos, la selección se fue desvaneciendo en su juego por su falta de movilidad y los cambios entraron excesivamente tarde, que antes rivales de mayor nivel, nos costaría muy caro.

Con la entrada de Otero, demostró que es titular indiscutible y motor de juego, en un minuto saco dos faltas. Su chispa es única en el grupo, debe ser abridor de aquí en adelante. Su cambio debió ser primero que Peñaranda, de quien en los pocos minutos que estuvo, cuando la presión del rival exigía, el del Granada tuvo la tenencia de balón cuando se necesitó.


La victoria no puede cegar los errores cometidos, siendo un proceso que apenas comienza, pero se están viendo rápidamente las pinceladas de lo que el Dt. busca y quiere en el engramado. Hay detalles a corregir como el juego aéreo defensivo, la marca en jugadas de pelota quieta. A su vez, está el retorno de confianza, el manejo del balón en campo rival y el toque rápido. Hay piezas individuales, existe profundidad en la banca, pero que deben ser correctamente administradas sin forzar al tiempo y la circunstancia requerida. Lo positivo de todo es que se está esbozando una idea y el retorno de la competitividad.   

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