Víctor Grao (@VictorGrao)
En su primera rueda de
prensa, Rafael Dudamel comentó: “Hoy tenemos una generación de jugadores de
buen pie, no puedo ocultar mi deseo y proyección de ver una selección que
juegue bien, que tenga buenas asociaciones. No tenemos jugadores que todo el
tiempo quieran estar tirando el balón para arriba”.
En sus partidos de
preparación para la Copa América: Galicia, Panamá, Costa Rica y Guatemala;
Venezuela no demostró esas asociaciones que se querían ver. No demostró ese
toqueteo con los jugadores habilidosos. No se habían juntado todos a plenitud o
quizás estaban dejando todo para el partido de debut contra Jamaica. Quién
sabe.
En este artículo se
hablará solo de la faceta ofensiva. Nada de defensa. Venezuela salió de la
siguiente manera:
Pero el valor numérico del
4-2-2 varía mucho, más si se generan tantas rotaciones en ataque. Estas eran
las funciones de cada jugador y el esquema en ofensiva como terminaba quedando:
Salomón Rondón: Estático
de nueve. Pivoteo despalda al arco. Recepción de pecho y juego con el jugador
que llega de frente.
Josef Martínez: Un
mediocampista más. Ejecutó diagonales, toques de balón en asociación con los
mediocampistas. Libertad en el frente de ataque. Usó todo lo ancho del mismo.
Alejandro Guerra y Luisma
Seijas: Se cerraban, casi como delanteros. ¿Para qué? Para conseguir que los
laterales proyectaran y para conseguir asociarse en espacios reducidos.
Tomás Rincón: Era el
primer toque en la gestación de la jugada. Se sumaba al ataque como un volante
ofensivo más. Siempre partía desde atrás.
Arquímedes Figuera: Se
quedaba casi como líbero. Rompiendo todos los balones que vinieran. Rechazos y
toques de primera. Ahogo al rival en salida.
Rolf Feltscher y Roberto
Rosales: Constantes proyecciones que finalizaran en centros. Todas las jugadas
debían concluir.
Con estos claros roles,
Venezuela hizo unos 35 minutos casi perfectos en el primer tiempo. Consistían
en toques en espacios reducidos, apertura con los laterales y finalización en
centros o balones filtrados. Cuando existía pérdida de balón, se presionaban
los cinco segundos subsiguientes.
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