Víctor Grao (@VictorGrao)
FOTOS: Luis Suárez (@Luije77)
Luego de salir de Caracas
a las 9am, estar en inmigración de Miami por más de dos horas y superar un
retraso cercano a una hora en el vuelo interno, llegamos a Chicago, primera
parada de La Pizarra del DT en la Copa América Centenario.
Por ser nuestra primera
experiencia en la cobertura de macro eventos deportivos, la emoción y el éxtasis
estaban en la cumbre. Aunque al llegar a la ciudad de los vientos cambió un
poco, por lo menos de entrada.
El primer día de incursión
se realizó una rueda de prensa de los entrenadores de Venezuela y Jamaica, el
reconocimiento de cancha de los reggae
boys y entrega de acreditaciones, pero la alegría de los caribeños y la
picardía de los sudamericanos no fueron suficiente para seguir aumentando el
éxtasis que se tenían días previos. Más bien decayó, sin haber visto ningún
compromiso aún en estadios.
A pesar de la conmemoración
de los 100 años de la Copa América, el ciudadano común norteamericano la
desconoce: un latino “cincuentañero” con el que hablamos en el avión, una
profesora de la Universidad de Illinois que fue compañera de pasillo en el
vuelo interno, el personal de inmigración y una profesora de inglés en Costa
Rica. Sumándole a restaurantes varios que no contaban en sus televisores la
programación de fútbol. Imagínese usted.
En fechas de Copa América,
Mundiales, Copa Libertadores y Copa Sudamericanas, los espacios públicos de toda Sudamérica se llenan de espectadores para gritar y llorar por su Selección. En
el caso del periodismo, se crea una expectativa monumental por lo que significa
cada encuentro, más allá de los 90 minutos.
Si bien el denominado soccer no es el deporte número uno en
Estados Unidos, lo “importante” de la competición hacía que una masa más densa
de la población conociese –como mínimo– que su país está acogiendo la Copa.
La Major League Soccer y
sus clubes han hecho un esfuerzo tremendo en temas de marketing y logística
para convertir su liga en un campeonato competitivo, sobre todo para
desaparecer el estigma de ser un país ideal para el retiro de jugadores élite
del fútbol europeo.
El downtown de Chicago tampoco cuenta con demasiadas interacciones con
el público vinculadas a la competencia. En los principales lugares turísticos,
como “The Bean”, la caraota gigante donde oriundos y extranjeros se toman
infinidad de fotos, estaba instalado un Fan HQ, lugar algo similar al Fan Fest
del mundial, donde personas tienen la posibilidad de ver los partidos de la
Copa América.
Pero más allá del Fan HQ,
los carteles son esquivos, las publicidades no existen, la televisión no
promociona la competición y los ciudadanos, por ende, no saben de lo que se
vive en su país.
Algunos carteles
sobresalen cuando se va llegando al Soldier Field, recinto que acoge partidos
de la fase de grupos. Pero es inaudito, para un país anfitrión, dejar de hacer
ciertas promociones en pro a la competencia, es inaudito que al llegar al
aeropuerto no se conozca de la realización de la Copa América, es inaudito que
en el subway no hayan publicidades,
es inaudito que en el downtown no haya exposición.
Estados Unidos es un país
que cuenta con recintos de última tecnología. Estadios de soccer y de fútbol americano albergan partidos de esta Copa
América. Cuentan con un gran aforo, pero con entradas –relativamente– costosas.
Los partidos de menor
exposición mediática: Jamaica, Venezuela, Perú, Haití, Bolivia y Jamaica;
tienen un menor precio. Desde los 30$ hasta pasados los 200$ se adquieren
entradas. Pero cuando se voltea a los de Estados Unidos, Brasil o Argentina,
las entradas aumentan significativamente. Desde los 60$, hasta superados los
300$... Y más.
Lo curioso de esto es que,
caras o no, se puedan comprar entradas fácilmente el día previo al partido. Sea
cual sea de la fase de grupos.
Para el ciudadano norteamericano
quizás no afecte tanto a su bolsillo, pero a economías de mayor inestabilidad
como las sudamericanas cuesta llegar a un país donde, más allá de los precios
de comidas, transporte público y pasajes aéreos, hay que sumarle el de las
entradas.
Esto se le suma a los
problemas generados con ciertas selecciones. La delegación venezolana se quejó
sobre la lejanía de su hotel para llegar al estadio en Chicago: más de una hora
de viaje para poder arribar. La de Jamaica no reclamó, pero se alojó a dos
horas del Soldier Field.
Los bolivianos no dejaron
pasar su malestar por el alto costo de la vida en Estados Unidos, sumado a los
problemas con el tema de la medicina, por así decirlo. Erwin Saavedra se
consiguió con una extracción de muelas necesaria, que le costó 500 dólares.
En fútbol quizás la Copa
América muestre una buena cara. Quizás en premios sean gustosos. Quizás en
organización para con el público que compró entradas sea bueno, pero más allá
de eso, la falta de publicidad, la poca exposición y los altos costos afean los
100 años de la competición. Inclusive, al primer mundo le falta.
Publicar un comentario