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Por: Hovannes Marsuian (@HMarsuian_)

Después del 2001, Venezuela con Richard Páez empezó a construir una “tradición competitiva” con cierto talento viviente para la época, como Juan Arango. El país comprendió el proyecto de que “hay con qué” para competir. Y así inició la curva de crecimiento futbolístico, que logró llamar la atención de los chamos nacidos en la época de los 90.

La explosión del fútbol venezolano enamoró a los niños, quienes de jóvenes les pedían a sus padres jugar al balompié y soñaban con vestir la vinotinto, jugar en los grandes equipos de Europa y participar en un Mundial. Así nació una abundante generación de talento, con Carlos Cermeño, Wuilker Faríñez, Yangel Herrera, Juan Pablo AñorAdalberto Peñaranda, Wilker Ángel, Yeferson Soteldo, Marco Farisato, Leomar Pinto, Jhon Murillo, Ronaldo Peña, entre otros. Un ecosistema que dé el impulso definitivo.

Y dentro de ese “entre otros” tiene que estar un jugador que se puede convertir en un futuro futbolista importante: Jefferson Savarino. No hace falta verle demasiado para darse cuenta y comprobar que es un chico especial, con la capacidad de llegar al fútbol de élite, si termina de explotar. Con un pase, con un regate, con un disparo, con un centro, con un cambio de ritmo. Basta cualquier simple acción para comprender su manera de jugar. Un chamo con un potencial auténtico y estupendo.

Savarino se ha convertido en una las estrellas del fútbol venezolano en el 2016, uno de los mejores. Un futbolista que tiene ideas salvajes con el balón. Lo quiere para él; pero, también, desea crear acciones que le den ventajas a sus compañeros. Establece, inventa, propone. Tipo ágil y habilidoso con clase y con técnica, sabe conducir, recibir y tocar.

Él es un futbolista inteligente. Él posee una visión para encontrar a sus compañeros y dar el último pase. Él tiene un gran golpeo de balón para centrar o disparar al arco. Él sabe cómo explotar, con y sin balón, los espacios dentro del campo por su movilidad. Él entiende su posicionamiento dentro de la cancha; ya que puede colocarse en el puesto de un compañero sin molestar y así aprovecha otra de sus virtudes, el de poder asociarse.

Otro mediocampista ofensivo, que puede mostrar un menú de recursos, aproximadamente, completo. Un nuevo futbolista venezolano que cautiva e ilusiona. Un jugador que comprende cómo jugar al fútbol y qué es necesario para el deporte.

El fútbol es un juego de futbolistas y Jefferson Savarino es uno que convence y entusiasma por su amplio abanico de recursos. Las preguntas sobre él y su juego pueden ser distintas, pero las respuestas siempre serán positivas.

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