Ese jueves el aire se cortaba con un cuchillo en la Argentina. Por la tarde se disputaría, en la Bombonera, el último partido del Grupo 1, clasificatorio para la Copa del Mundo de México 1970, zona que los albicelestes estaban compartiendo (o, mejor dicho, sufriendo) con Bolivia y el país al que recibirían, Perú. De manera increíble la Selección Nacional llegaba necesitada de un triunfo para aspirar a llegar al máximo torneo global, debido a que los resultados se habían dado de la siguiente manera:
Bolivia 3-1 Argentina
Perú 1-0 Argentina
Bolivia 2-1 Perú
Perú 3-0 Bolivia
Argentina 1-0 Bolivia
Los hinchas de ambos países tenían un nudo en
el estómago aquel 31 de octubre de 1969. Los locales se sentían superiores y se
animaban unos a los otros diciendo “la Argentina nunca se quedó afuera, ¿por
qué nos pasaría ahora, si encima somos locales?”. Pero la realidad más bien era
otra, completamente distinta: el presidente de facto, Juan Carlos Onganía,
ponía y sacaba interventores de la AFA y, solo durante ese año, pasaron nada
menos que cuatro (Armando Ramos Ruiz, Aldo Porri, Oscar Ferrari y Juan Martin
Oneto Gaona) quienes, a su vez, ponían y sacaban entrenadores (ya habían pasado
en poco más de una temporada José María Minella y Humberto Maschio y ahora
comandaba las esperanzas albicelestes Adolfo Pedernera). Además, también tenía
peso el hecho de que el fútbol argentino había perdido su rumbo luego de lo que
se denominó “la catástrofe de Suecia” en 1958. El caos que existe en este 2017
no esta tan alejado de lo que se vivía por aquellos días…
Si bien la Argentina era un “campeón sin
corona” a nivel mundial -o por lo menos eso se pensaba puertas adentro- Perú
llegaba con ganas de comerse al mundo. Dirigidos técnicamente por el brasileño
Didí, el onceno albirrojo emanaba buen fútbol gracias a una generación que se
ganaría el cariño de todo un pueblo. Sus últimos resultados no dejaban dudas:
derrotas muy dignas ante el Brasil que luego ganaría el primer Mundial
disputado en tierras aztecas (2-1 y 3-2, ambos en el país verde y amarillo) y
victorias ante Colombia (1-3), México (0-1), Uruguay (1-0) y Paraguay (2-1 en
dos oportunidades), entre otros marcadores que dejaban en claro que los
muchachos de la banda roja tenían chances reales de hacer historia.
Los equipos
Argentina: Cejas;
Gallo, Perfumo, Albrecht, Marzolini; Rulli, Brindisi, Pachamé, Marcos; Yazalde
y Tarabini. DT: Adolfo Pedernera.
Perú: Rubiños;
Campos, La Torre, Chumpitaz, Risco; Challe, Cruzado, Baylón, León; Cubillas y
Ramírez. DT: Didí.
Los contrincantes
salieron a la cancha en medio de un clima ensordecedor. La Bombonera temblaba
como siempre y los fanáticos le pedían a los gritos a sus jugadores que dieran
todo para ganar y así forzar el triple empate en la zona. Pero los peruanos estaban
tranquilos. Si perdían nadie les reprocharía nada y, aun así, tendrían incluso
una chance más para clasificar. Pero, además, tenían otra ventaja -además de la
mental- y es que el empate ya les alcanzaba para sacar los boletos con destino
aNorteamérica. Uruguay y Brasil, con su plaza asegurada, esperaban al último
acompañante en ese avión lleno de ilusiones.
El de los 60 era,
sin dudas, un fútbol más lento que el que se juega actualmente. De hecho, el
Brasil del 70, ese glorioso equipo de los “cinco 10”, practicaba un juego más
“arcaico” visto bajo el prisma actual. Pero la falta de aceleración en los pies
se compensaba con una mejor visión de todo el campo, lo que provocaba que lo
que corriera sea la pelota y no el jugador. La Argentina de Pedernera había
salido dispuesta a atacar desde el primer minuto, pero quien supo controlar el
tempo del juego fue el conjunto visitante, que tenía un as bajo la manga.
"No
había jugado en el proceso. Waldir me dijo que no tenía problemas en ponerme
porque era jugador con mejores posibilidades de anotar" explicaría unos
años más tarde Oswaldo Ramírez, quien, a pesar de no haber disputado los tres
duelos anteriores por eliminatorias, se cargaría las ilusiones argentinas al
marcar los goles del 1-0 y del 2-1 parciales, este último en el minuto 84,
apenas dos después de que Albrecht marcara de penal.
No quedaba nada para que finalizara el encuentro y la Bombonera, que se había vestido de fiesta, se estaba convirtiendo en un funeral. Por primera vez la Argentina se quedaba afuera de un Mundial por intermedio de las eliminatorias (no había disputado los torneos de Francia 1938, Brasil 1950 y Suiza 1954 por un absurdo aislamiento), si bien aún le quedó tiempo a Rendo de marcar uno de los goles más hermosos que se recuerdan en la selección, aunque, a su vez, uno de los más dolorosos también. “Fue el gol más triste de mi vida. Ni lo festejé. Agarré la pelota rápido para sacar y hacer el tercero que no llegó. Nunca vi tanta amargura en un vestuario como después de ese partido. Varios compañeros lloraban y Pedernera fumaba en un rincón sin pronunciar palabra. Fue una gran decepción personal, porque además tenía 29 años y esa fue la última oportunidad que tuve para jugar un mundial, una lástima”.
Perú había venido
a una fiesta ajena, pero terminó adueñándosela. Ese carnaval que se esperaba en
las calles de Buenos Aires se trasladó a Lima y a cada rincón del país que
albergó al gran imperio inca. "Tras mis goles, Perú vivió por días un
carnaval con desbordes de alegría en las calles. Era la primera vez que
clasificábamos por méritos propios" comentaría la figura del encuentro,
Ramírez.
¿Qué pasó después?
La albirroja se preparó a conciencia para
afrontar el reto mundialista, recibiendo a varios conjuntos de la denominada
“cortina de hierro” (la Unión Soviética, Rumania, Bulgaria), además de disputar
duelos ante rivales ya habituales como México o Uruguay.
Fueron ubicados en el grupo 4, donde no tardaron en
hacerse notar, ya que derrotaron 3-2 a Bulgaria y 3-0 a Marruecos y después perdieron con dignidad
por 3-1 ante Alemania Federal. Desconocidos a nivel mundial, la generación de
Rubiños, Chumpitaz, Challe, Baylon, Cubillas y Gallardo se convirtió en la
sensación del certamen norteamericano gracias a su desfachatez en el terreno de
juego. Con esa soltura jugarían ante Brasil uno de los mejores duelos de la
historia de los mundiales y que si se inclinó a favor de los futuros campeones
mundiales por 4-2 fue en parte porque para ellos jugaban cracks de otra galaxia
como Rivelino, Tostao, Gerson, Jairsinho, Carlos Alberto y un tal Pelé. El
impulso de ese certamen siguió en el tiempo, y Perú lograría meterse en dos
mundiales más, Argentina 1978 y España 1982, amén de ganar la Copa América de
1975.
Pese a haber tocado su fondo real (porque,
quiérase o no, el desastre de Suecia ocurrió en el Mundial y ¿qué es peor que
quedarse directamente afuera del torneo?), la Argentina no aprendió la lección:
siguieron pasando los interventores, entrenadores y jugadores, pero el nivel se
mantuvo muy por debajo de las expectativas. Si bien lograrían llegar al Mundial
de Alemania Federal en 1974 (después de eliminar a Paraguay y Bolivia) allí
serían arrollados en segunda ronda por la Holanda de Cruyff. Recién entonces en
la AFA entenderían que no se podía seguir más con este rumbo, y por eso
comenzaron el primer proyecto a largo plazo en 15 años para arribar de la mejor
manera a la Copa del Mundo que se disputaría en tierras
de gauchos, mates y asados. Y para ello le dieron la dirección técnica a un tal
César Luis Menotti…
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