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Gabriel González (@Gabochini)
Renegar los principios. Desterrar la base de la identidad. Desconocer la idiosincrasia por las urgencias. Ítems surgidos del caos, ese que embargó el avance del fútbol argentino en tiempos donde la incertidumbre era más corriente que la certeza. Pero todo indica que dejará de ser así. El saneamiento de un camino lleno de imperfecciones ha comenzado; y el génesis de la irrupción, por fortuna, está empezando desde los más chicos.

En las provincias de Mendoza y San Juan (Argentina) se está disputando el Sudamericano Sub-15. Todas las selecciones del lado sur del continente, junto a dos combinados europeos invitados (República Checa y Croacia), están en plena lucha futbolística para demostrar todo su potencial al mundo. Y dentro del círculo de equipos que mejor juego están mostrando se encuentra la Selección Argentina, revalidando su condición de conjunto imponente con una muestra exquisita y ofensiva, mostrándose fiel a lo que demanda su historia. Reviviendo los rasgos de una identidad perdida.

Fútbol de pases, conexiones, movimientos y creatividad; también asfixiante para impedir que el rival avance y genere peligro en terreno propio. Esta es la breve carta de presentación de la selección albiceleste, una que está fichada como favorita para quedarse con este campeonato celebrado en casa y que nunca ha tenido la suerte de ganar (los Sudamericanos de esta categoría se juegan desde el año 2004).

Argentina no entiende de equiparaciones: quiere ser protagonista y lo busca con recelo. Desea mostrar su valía frente a cualquiera por el hecho de ser Argentina. Nada más, nada menos. Así lo manifiesta su entrenador y así lo hacen ver sus dirigidos dentro del rectángulo verde. La inyección de conceptos también es evidente. El equipo de Diego Placente es rico en contenido de juego y partido a partido lo va exponiendo. Supera sin temor y juega con una calidez destacable. Se muestra como un equipo duro de batir por su obediencia a la valentía de querer jugar siempre.

Jugadores talentosos, de buen pie, con una claridad casi innata para interpretar las exigencias de cada situación. Pacientes en la búsqueda de espacios a través del pase y con una gran dinámica, tanto por bandas como por el centro, para desestabilizar el orden defensivo de sus contrarios. Gran trabajo del cuerpo técnico en la escogencia y la enseñanza impartida a cada uno de los jugadores. Una buena base de futbolistas que representan a cabalidad la naturaleza del juego sureño.

Sus entrenadores también son un plus para ellos. Diego Placente (director técnico) y Pablo Aimar (asistente técnico) ya han pasado por el proceso que hoy viven los futbolistas argentinos. Reconocen todo lo que ellos están viviendo e intentan educarlos a partir de su experiencia como buenos profesionales que terminaron siendo. Son los encargados de transmitir la importancia de vestir la camiseta celeste y blanca y crear el sentido de pertenencia que debe poseer cada uno de los chicos para dar el máximo por el país que defienden.

En el último tiempo, el trabajo general en las bases albicelestes se vio alterado, sin ideas claras, apoyado más en el talento silvestre que en otra cosa. Un talento huérfano, necesitado de un entorno ejemplar en el cual fijarse. Mientras este descalabro sucedía, los argentinos fueron perdiendo terreno dentro del fútbol sudamericano. Pero viendo a los jóvenes categoría 2002 en este certamen, notando el sentido con el que se está trabajando y los propósitos marcados por una nueva dirección formativa en las Selecciones Juveniles de la AFA (encabezada por Hermes Desio), es necesario que el fútbol argentino se haga un espacio para la ilusión.

Estos son los símbolos que hasta ahora se perciben de lo que es/será el trabajo en las selecciones inferiores argentinas. Con todo esto, el seleccionado argentino -como estructura global a nivel Selección- va pisando fuerte en búsqueda de su reinvención. Tras haber navegado por aguas turbulentas y sin un rumbo preciso, Argentina está dando inicio a su refacción futbolística. Atacando, tratando bien a la pelota, siendo superior en cada zona del campo y mostrando un gran compromiso con el juego. Y qué buena noticia: poco a poco se va vislumbrando el regreso de la verdadera esencia del juego argentino.



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