River
ganó, pero no fue sencillo. Recién pudo destrabar el partido en el complemento,
con una jugada de pelota parada. Talleres terminó con 9: expulsados Giñazú
(31’) y Godoy (45’)
Por Vanesa Doretti (@VanesaDoretti)
El local saltó a la cancha
con un 4-3-3 definido. El Millonario, por su parte, optó por un 4-4-2 con
D’Alessandro recostado por derecha. A juzgar por la fecha pasada (donde River
venció a Banfield por 4 a 1) y por el osado planteo de Kudelka, en la previa
podíamos imaginar otro resultado; con más goles. De todos modos, fue un partido
interesante.
Comienzo intenso. La
estrella del primer tiempo fue el pressing. Tanto el local como el visitante lo
ejecutaron tan bien que impedían que uno domine el balón y tenga profundidad,
por eso, se cortaba el partido.
El que mejor pintaba era
Talleres, que por momentos ganó el mediocampo -producto de esa fuerte presión-
y atacaba con más frecuencia por izquierda, aprovechando el déficit defensivo
de River por el sector que custodiaba Mayada (entró por la temprana lesión de
Casco e intercambiaron posición con Moreira, que pasó a la izquierda). No es
casualidad. D’Alessandro no tiene la rapidez para subir y bajar a marcar. Así y
todo, La T fallaba en la puntada final y no lo traducía con llegadas claras.
River no podía hilvanar
una jugada ni tener el balón. Los laterales no avanzaban, Ponzio se movía de
mitad de cancha hacia atrás; D’Alessandro, el creador de juego, estaba muy
retrasado en el campo, con lo cual tenía que recorrer más camino para llegar
hasta tres cuartos y sacar algo de la galera. Por lo tanto, los delanteros
estaban solos perdidos arriba, realizando el trabajo sucio más que pensando en
el arco rival.
Cuando Andrés pudo subir
hasta la puerta del área, recién a los 22’, logró romper la defensa con un
exquisito pase picado para Driussi, quien remató desviado. A partir de ese
momento, River de a poquito fue amigándose con la pelota; tocando, aunque sin
ser punzante. Talleres cuando se apoderaba del balón fue vertical y tuvo
algunas llegadas. Pero la más clara apareció a los 46’ de los pies de Driussi,
tras un centro de Mayada.
En el complemento, el
local salió con toda la furia, a gran velocidad, y después se fue apagando. A
los 2’ y 3’ llegó con Palacios, que remató desviado, y Ramírez, para hacer
lucir a Batalla, enviando la pelota al corner.
El Millonario la única
manera que tenía de abrir el marcador era a través del desequilibrio
individual, remates de media distancia o balón detenido por lo compacto que fue
Talleres en defensa. No obstante, nada de eso ocurría.
Hubo que esperar hasta el
primer cuarto de la segunda etapa para que se destrabara el marcador. Y sucedió
como se preveía, de una de las maneras antes mencionadas: por balón detenido.
Driussi remató luego del corner, el arquero dio rebote y le quedó a Mina (de
muy buen desempeño), para marcar el primer y único tanto del encuentro.
A partir del gol, el local
disminuyó la intensidad, desistió del pressing y le cedió la pelota a River.
Esa era la gran pregunta: ¿hasta cuándo podía resistir esa presión continua?
Fueron solo 45 minutos. El visitante, mostrando una cara opuesta al debut, optó
por controlar el balón, abrir la cancha, sin lastimar. Prefirió cuidar el
resultado: defenderlo con posesión.
Le salió bien. Pero quedó
la sensación de no querer pisar el acelerador: tenía ventaja en el marcador y
en cantidad de jugadores –debido a que fueron expulsados Giñazú y Godoy en La
T-, sin embargo, se conformó con el 1 a 0.
En síntesis, es positivo
para River el triunfo y haberlo conseguido fuera de su casa, más aún cuando fue
tan trabajoso conseguir el gol. Pero Gallardo puso una vara tan alta que
teniendo dos jugadores más y con el resultado a su favor, se esperaba que al
menos intentaran cosechar otro tanto. ¿Tendremos que acostumbrarnos a ver un
River más arremetedor de local y otro más cauteloso de visitante?
Publicar un comentario