Presentan una línea de tres centrales: Benjamin Pavard, Baumgartl (menos técnico que Pavard, pero más rápido, fuerte y temperamental) y en el medio de ambos, el ex internacional alemán, Badstuber. Por fuera, como laterales volantes, Emiliano Insua y Beck. Luego un doble pivote muy físico, de mucho recorrido, donde está Ascacibar junto con Gentner.
Stuttgart no es un equipo muy propenso a paroxismos en ataque. Son más de cuatro o cinco efectivos en zona ofensiva, el nueve de área (fijo), que es siempre Ginczek, luego los mediapuntas se abren para dar profundidad y facilitar la llegada de gente desde la segunda línea, que suelen ser los laterales/carrileros (Beck/Insua). Muy rara vez Gentner. Casi nunca Ascacibar.
No participa de manera activa en la salida del balón, sino que es el otro mediocentro quien suele ofrecerse para recibir o en algunos casos incluso efectuar la salida lavolpiana.
Más cómodo en funciones defensivas que en las de elaboración, ha ido en su breve paso por Europa incorporando conceptos, sobre todo tácticos, que hacen que sus virtudes innatas, como son el quite y el despliegue físico, brillen más, porque ahora corre menos, ya que lo hace de manera inteligente, siendo el jugador que más balones recupera de su equipo.
Aquí lo vemos con su equipo volcado en ataque (ese día con línea de cuatro) metido entre los centrales, como último hombre, con el Stuttgart en ataque posicional ante un rival con un hombre menos.
Es un altruista, en todo el sentido de la palabra, cada uno de sus movimientos son pensando en el bien del colectivo. Incluso cuando su equipo ataca, defiende. Algo que en los últimos años ha adquirido una connotación negativa en este extraño mundo del fútbol, ya que en la realidad en este deporte nunca se ha defendido o atacado, si no ambas cosas al mismo tiempo. Y Ascacibar, cuando cubre la espalda del lateral que tira el centro, no está defendiendo, está jugando.
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