Roy Galdos (@RRGaldos)
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respuestas en otro lugar que no sea el campo de juego escapa de la sensatez.
Decir que “es lo mismo de siempre”, también suele ser una frase hecha y con la
intensión de que sea una justificación más. De esas que sirven para acompañar
el sin sabor de quedarnos con poco a falta de nada.
En
esta ocasión, la selección peruana Sub-20 inició su recorrido por el
Sudamericano de la categoría con un empate ante Argentina. Un 1-1 que a primera
impresión, se muestra agónico para los dirigidos por Claudio Úbeda, pero que
sin embargo, reflejó claramente el trámite del partido.
Desde
el pitazo inicial del árbitro ecuatoriano, Carlos Orbe, ambas selecciones
mostraron disposiciones tácticas muy claras para afrontar el compromiso.
Además, los movimientos de los futbolistas iban planteando, poco a poco, el
funcionamiento de cada combinado.
Fernando
Nogara, por un lado, decidió plantear un 4-2-1-3, teniendo una zona central
mixta: Martín Távara tenía la misión de comandar la gestación del juego,
mientras Rudy Palomino ejercía una función de mayor recuperación y contención.
Asimismo, Bryan Reyna se ubicó por detrás de los tres hombres peruanos en
ataque: Fernando Pacheco, Roberto Siucho y Adrián Ugarriza, el nueve y capitán
del equipo.
En
la vereda argentina, Claudio Úbeda propuso un 4-2-3-1 bien definido. La línea
media era compartida por Santiago Ascacíbar y Pedro Ojeda, siendo el futbolista
de Estudiantes de La Plata el menos centralizado y con más libertades para
distribuir el juego. Además, completando la zona de ataque, Brian Mansilla y
Lucas Rodríguez iban como extremos, mientras que Ezequiel Barco fungía de
enganche por detrás del ariete de Racing Club, Lautaro Martínez.
Agrupados y compactos
Una
de las primeras imágenes que dejaba el partido –y que con el correr del mismo
se volvería algo recurrente-, nos mostraba a una selección peruana agrupada y
muy ordenada en la zona media, buscando quitarle los espacios a la albiceleste
para que sus volantes no filtren con facilidad los pases entre líneas. Como
complemento importante, Adrián Ugarriza se recogía para ser apoyo en salida por
el centro, permitiendo que los extremos, Siucho y Pacheco, generen espacios por
las bandas para generar amplitud.
Del lado de la selección argentina pasaba algo similar,
aunque con otras variantes. Lautaro Martínez, delantero centro del cuadro
albiceleste, también tenía momentos en el que salía de su posición para tener
contacto con el balón. Cuando el delantero de Racing Club se retrasaba un poco,
Ezequiel Barco ocupaba su posición por delante de los defensores peruanos.
A diferencia de lo que sucedía con Adrián
Ugarriza, cuando Lautaro Martínez retrocedía unos metros, éste no encontraba
espacio entre líneas para poder conectar con los extremos y abrir el campo.
Ronaldo Andía y Gianfranco Chávez eran los defensores que mejor anticipaban los
embates argentinos. Sumado a eso, por momentos, Lucas Rodríguez y Brian
Mansilla terminaban muy aislados para ser opción de pase.
Cuando Argentina intentaba una conexión entre sus
mediocampistas y atacantes, Perú formaba dos línea de cuatro quitándole los
espacios. Lautaro Martínez y Ezequiel Barco terminaban
encerrados entre los centrales peruanos, que además de cubrir muy bien las
zonas, anticipaban sus movimientos evitando que se encuentren cómodos de cara a
la portería de Carlos Gómez.
Por
otra parte, Fernando Pacheco y Roberto Siucho hacían el recorrido por las
bandas para tapar la salida de los laterales argentinos. Además, Bryan Reyna y
Adrián Ugarriza se quedaban en una posición más ofensiva, siendo el atacante
del Mallorca B el más retrasado.
Ya cuando el reloj de Carlos Orbe sobrepasaban los 11’, la
disposión táctica de la selección peruana se tradujo en gol. Primero, como está
mencionado líneas arriba, Adrián Ugarriza recuperó el balón cuando ejercía su movimiento de
retroceder para ser apoyo en el mediocampo.
Como dato importante, en
la consecución del gol participaron los dos extremos peruanos. Luego de una
combinación entre Ugarriza y Pacheco por zona interior, el delantero de
Universitario encontró a Roberto Siucho con espacio para ejecutar la diagonal.
Ante el grito de Claudio Úbeda en el banquillo, pidiendo que cubran el disparo
del 11, el balón tuvo un ligero desvío en Juan Foyth antes de descolocar y
vencer a Ramiro Macagno. Ante el desconcierto de la defensa albiceleste, la
ventaja peruana era un hecho.
Sabiéndose
favoritos –son los campeones defensores del título-, y dolidos por haber
recibido el primer golpe, la selección de Úbeda salió a presionar más la salida
rival, que desde que empezó el compromiso, no fue uno de los caminos más claros
que tuvieron.
A pesar de que Martín
Távara se mostraba como apoyo, la presión argentina y el escaso juego de pies
de Carlos Gómez propiciaban que Perú salte la línea de los medios
constantemente. Cuando ocurría eso, el balón se perdía por las bandas o Adrián
Ugarriza aguantaba el balón ante la llegada de Foyth y Moreno
Quedaba
claro que de las dos facetas del juego, la defensiva era la que mejor ejecutaba
Perú. Siempre con sus dos líneas de cuatro en fase defensiva, evitando que el
retroceso de Lautaro Martínez sea fructífero para las aspiraciones argentinas. Las
decisiones precipitadas del nueve –disparos de larga distancia, por ejemplo-,
se debía que los extremos se perdían entre los defensores peruanos o se
asilaban por su poca movilidad.
Después
del gol que significó su ventaja, Perú construyó pocas ocasiones claras para
aumentar el marcador. Hubo un disparo de Ugarriza que nació de un pivoteo de
Bryan Reyna, sin embargo Macagno contuvo con facilidad el balón de Adrián. El
planteamiento defensivo mermó la generación de juego.
Por
su parte, Argentina consumió sus intentos en pases errados motivados por la
buena referencia que tuvo el mediocampo peruano para tapar la participación de
Santiago Ascacíbar. El mediocampista de 19 años se aisló de su función de ser
el principal nexo para la salida albiceleste. Con esa impronta, Romero y Foyth
fueron muy imprecisos en sus pases filtrados.
Ya
en los últimos minutos del primer tiempo, los 2200 m.s.n.m. de Ibarra empezaron
a mostrar sus efectos. La selección peruana retrasó más sus líneas, mientras
que el cuadro argentino dejó de presionar como lo estaba haciendo después del
gol Siucho.
Disparos
desviados de larga distancia fueron los últimos recursos de los pupilos de
Claudio Úbeda. Ante una defensa y mediocampo bien posicionados, los ataques
argentinos fueron muy previsibles. Ni los arrebatos individuales de Ezequiel
Barco –el enganche del equipo ‘che’-
fueron un peligro significativo.
El dolor de aferrarse a la ventaja
El
inicio de la parte complementaria delineó una tónica distinta a la del primer
tiempo. A diferencia de cómo se fueron a vestuarios, el seleccionado argentino
salió más agresivo al terreno de juego, lo que motivo que Perú fuera superado
en la zona donde había mostrado solidez: el mediocampo.
Si
bien Rudy Palomino estaba cumpliendo una labor muy destacada en su trabajo de
contener al rival, ya en la segunda parte no era suficiente. Con menos apoyo en
las bandas por el desgaste físico de los jugadores, Argentina tuvo el camino
más libre para hacer daño. Ni la compañía de Martín Távara era complemento para
Palomino.
Quedar
descompensado de esa manera no solo facilita la llegada del rival, sino también
origina que los mediocampistas lleguen tarde a los cruces y, por ende, comentan
infracciones cerca a la portería. Perú lo sufrió.
En los primeros diez minutos del segundo tiempo, Perú ya se
había sido superado en dos ocasiones. En esta última, para los intereses del
cuadro rojo, Ezequiel Barco erró en la definición ante Gómez.
Un balón perdido en campo rival significó el
contragolpe conducido por Lautaro Martínez. Al igual que la imagen anterior,
Távara y Palomino retornan a destiempo para cubrir la zona central. De la misma
manera, López y Andía retornan tarde a los espacios que fueron ocupados por
Barco y Martínez.
Al
cumplirse el cuarto de hora, las lesiones, cambios y faltas, propiciaron que el
vértigo con el que había empezado el cuadro argentino se adormezca.
En
la selección peruana, Miguel Chávez reemplazó en el lateral izquierdo a un
golpeado Marcos López. De igual modo, Kevin Quevedo ingresó por Roberto Siucho,
que por ese instante había cambiado de banda con Fernando Pacheco, dejando al
futbolista de Sporting Cristal como extremo derecho.
Por
su parte, Claudio Úbeda mandó al campo a Tomás Conechny en lugar de Lucas
Rodríguez. Con el atacante de San Lorenzo en el rectángulo verde, Lautaro
Martínez tendría compañía para cuando decida liberarse de su posición.
Ya
para ese entonces, los de Fernando Nogara resumieron sus intenciones en el
partido en balones largos al vacío. Despejar el esférico para alejarlo del área
la única arma que tenía la selección peruana para batallar los ataques de
Argentina. Como si defenderse con la posesión del balón no fuera una opción
factible.
Lo
perjudicial al optar esa postura se evidenció cuando Rudy Palomino salió
lesionado. Con un jugador menos –momentáneamente, ya que luego ingresó José
Cotrina-, el mediocampo rojo se vio superado con demasiada facilidad. Ezequiel
Barco aprovechó eso para bombear un gran pase a un Lautaro Martínez que no
logró capitalizar la ocasión.
Cuando
todo eso ocurría, para hacer aún más evidente la displicente postura peruana,
el cuadro estadístico no marcaba un acercamiento peligroso a la portería de
Ramiro Macagno.
Argentina,
que ya merecía el empate, mandó al campo a Julián Chicco en lugar del Nahuel
Molina. Con el lateral derecho al banquillo, Úbeda armó una línea defensiva con
tres futbolistas: Cristian Romero, Juan Foyth y Milton Valenzuela. Chicco se
sumó al sector ofensivo de la volante.
Ya
en la recta final del partido, con la intensión de aumentar el volumen ofensivo
con más atacantes cerca al área, Ramón Miérez ingresó por Pedro Ojeda. El
delantero de Club Atlético Tigre se sumó a Tomás Conechny y Lautaro Martínez en
la zona roja.
El
propósito de Claudio Úbeda dio resultados en el último suspiro del partido.
Argentina ya había tenido hasta tres aproximaciones cerca del área de Gómez
antes del gol de Lautaro Martínez.
Como
la idea del técnico argentino era aumentar las referencias en ataque para los
defensores rivales, cuando Ezequiel Barco inició el contragolpe, las dos
últimas líneas peruanas se encontraban desordenadas, tal y como se evidenció en
imágenes anteriores.
Lautaro
Martínez y Ramón Miérez entraron con libertad a las espaldas de Luján y Chávez,
siendo el nueve argentino quién decretó justicia en el marcador del Estadio
Olímpico de Ibarra.
Los
cuatro minutos que añadió Carlos Orbe solo quedaron para la anécdota. Como para
recordarnos el segundo tiempo de la selección peruana, la última imagen antes
del pitazo final fue la de Gómez lanzando el esférico a cualquier lado.
Conclusiones:
- El arranque del partido fue favorable para la selección peruana por la ejecución de un plan preestablecido: la de anular el mediocampo argentino teniendo las dos últimas líneas agrupadas y bien ubicadas.
- Esa predisposición contrastó muy bien con la escasa conexión entre la zona media y delantera de Argentina. Santiago Ascacíbar estuvo bien referenciado, lo que evitó que fuera el nexo que necesitaba el cuadro albiceleste.
- Durante gran parte del primer tiempo, las aproximaciones argentinas se volvieron muy predecibles, debido a que el posicionamiento de los cuatro hombres en zona de ataque no variaban mucho. Al haber poca movilidad, las líneas peruanas podían cerrar con mayor facilidad los espacios.
- Entendiendo que el mediocampo argentino no estaba teniendo un buen primer tiempo, renunciar, de algún modo, al manejo del balón, terminó siendo contraproducente para los de Fernando Nogara. Hubo momentos en los que se sufrió más de la cuenta.
- Ninguna intención de salir jugando. Los balones largos de Carlos Gómez muchas veces no encontraban destino, lo que permitía a la selección argentina reanudar las acciones con el balón en los pies.
- La altitud de Ibarra empezó a ser determinante en el físico de los futbolistas peruanos en la etapa complementaria. En el retroceso tardío de los mediocampistas centrales, Argentina hallaba la llave para hacer daño.
- El balón no solo sirve para atacar, sino también para defenderse, cosa que Perú no pudo hacer. Innecesarios balonazos para saltar la línea de los medios.
- Como está escrito el título del artículo, la justicia también duele, y que Argentina haya empatado en el último minuto, es un resultado que tiene relación con lo visto en el terreno de juego, y del cual debemos aprender.
- Aunque en el papel el empate sirve, hay que reflexionar mucho sobre este resultado. No solo es un tema de concentración, sino también el de salir de la zona de confort tras la ventaja obtenida.
- Desde lo que se vio en la Copa de los Andes, hasta ahora, hay mucho que mejorar en el juego asociativo. Ahora se viene Bolivia, y uno entiende que puede ser un rival menos complicado, sin embargo, como dicta esa frase de que “los partidos hay que jugarlos”, se espera un mejor funcionamiento colectivo ante los altiplánicos, sobre todo con el balón en los pies.
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