Eduardo Ustariz (@ElDoradoMGN)
Colombia debutó en el
Juventud de América con un resultado agridulce. Si bien el empate sobre el
final ante la durísima Paraguay es un paso importante de cara a la
clasificación al hexagonal final, la sensación de que el conjunto dirigido por
‘Piscis’ Restrepo fue superior todo el partido y debió ganar con comodidad dejó
un mal sabor en la boca.
Se suele criticar la labor
de Restrepo con el combinado sub-20 desde que tomara las riendas de la
generación 93-94, pero también es cierto que más allá de estrellas específicas,
nunca contó con un grupo con la madurez técnica y la claridad futbolística que
tiene la generación de este año. Aunque no se trata de una estructura
portentosa, normal en este tipo de torneos, ‘Piscis’ sí dotó a los suyos de una
idea coherente con su juego y que explota mal o bien sus virtudes de una u otra
forma. Y sus jugadores respondieron.
Colombia, una vez se
adaptó a las circunstancias de un campo pequeño y en muy mal estado, hiló
jugadas de ilusionante calidad, amparado sobre todo en el triángulo
Atuesta-Ramírez-Hernández. El primero es un mediocentro de escuela, de los que
defienden tapando líneas de pase y contemporizando ataques y gestionan el balón
con finura y sobriedad. Ramírez, que empezó en la izquierda y terminó jugando
por el centro, demostró que su zurda tiene veneno y su gambeta es un cuchillo
en el carril central. Se atisba que su participación en sus clubes,
especialmente en el caso del jugador del DIM, será importante esta temporada.
Párrafo aparte para la
perla pereirana. Con tan solo diecisiete años, parece ser que ‘Piscis’ lo
considera la estrella del equipo. Y con toda la razón. Hernández simplemente
tiene un punto más de técnica, de magia y de desarrollo que sus compañeros.
Jugando fuera de posición para potenciar a Ramírez, el nuevo jugador del
América de Cali dominó el encuentro abierto sobre la izquierda. Lo
impresionante es sobre todo la forma en lo que lo hizo: Hernández dejó entrever
que en su fútbol no existen los vicios típicos del crack formado en Sudamérica.
Se ubicaba para recibir el balón arriba en lugar de ir a buscarlo, sus
controles lo orientaban a la ejecución de la próxima jugada de inmediato y no
se engolosinaba con el balón, jugaba con la austeridad de alguien mucho mayor y
la intención de su juego poseía el colmillo que le suele faltar a los magos de
este continente.
Más allá del trío, el
portero Arias enseñó su zurda; los centrales, Cuesta y Porto, cómodos con balón
y seguros en el contacto físico; Chaverra un buen físico y sacrificio
defensivo; Arroyo, a pesar de estar incómodo a perfil cambiado, expuso una
potencia y cintura que vislumbran un futbolista que puede llegar a ser
imponente en ataque y defensa; Balanta su poderío físico y cierta veteranía
para la edad; y Ceter que su fútbol va más allá de su complexión. La mala nota
la dieron Quiñones y Nike, en quienes se divisó una calidad técnica más que
interesante, pero cuya desconexión del juego seguramente le costó a Colombia la
victoria.
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