Diego Baquero (@DiegoBaco23)
Es
la preferida de una gran parte de los técnicos y puede llegar a ser la
formación más usada en todo el mundo del fútbol: el 4-4-2. Un parado en el
campo que trasciende épocas, entrenadores y jugadores. En la actualidad, muchos
equipos optan por ella para salir a jugar sus partidos. Y es que con esta
formación se pueda alcanzar el máximo punto de equilibrio entre ataque y defensa.
Con ella, los conjuntos logran aportar solidez defensiva con un mediocampo que
ocupe todo el ancho del terreno de juego. Buscan en la faceta ofensiva, por esa
misma cooptación de espacios, ganar por las bandas a través de los desbordes de
volantes externos o de las subidas de laterales. Sumado a ello, dos delanteros
que pueden combinar diferentes características son la mezcla perfecta para un
sistema táctico que ha estado, y seguirá, presente en la historia del fútbol.
En
Colombia, un director técnico de la escuela charrúa (muy identificada con el
4-4-2) la utiliza de manera constante: Julio Avelino Comesaña, quien desde su
llegada el pasado mes de junio al Atlético Junior utiliza dicho sistema. El estratega
uruguayo consigue equilibrar un potencial ofensivo pocas veces visto en el
futbol profesional en Colombia con una línea defensiva muy bien trabajada y
disciplinada.
El muy buen plantel que
armó la dirigencia le permite a Comesaña tener muchas variables
Dependiendo
del rival y de los jugadores elegidos, pero teniendo siempre la base del 4-4-2,
permuta permanente en situaciones del juego a 4-2-3-1, a 4-2-2-2 ó a 4-2-1-3.
Su regularidad ofensiva, se debe en gran parte, a la estelar dupla Chara–Teo, jugadores
de selección, que parecen estar muy por encima del nivel promedio del futbol
colombiano. Además, una de las características propias de este sistema es que los dos volantes ofensivos, por lo
general, no son tipos para desbordar sino más bien para centrar sus posiciones y
empezar a jugar por dentro y al juntarse con la dupla ‘Cha-Teo’, tienden a ser
imparables por momentos.
Pero
para que todo el caudal ofensivo pueda salir a flote, lo único innegociable para
Comesaña es el 4-2 defensivo y ahí radica el equilibrio tan ponderado del
equipo rojiblanco. Ese doble pivote, sumado a la línea de cuatro defensores, se
encarga de dar la libertad necesaria a los cuatro jugadores que están por
delante de ellos para que la movilidad, amplitud y profundidad de los ataques
sean precisas y efectivas. Y es que, gracias a ese eje de contención, los
laterales pueden atacar el espacio que dejan los dos volantes y los dos
delanteros al cerrarse, dejando los carriles absolutamente libres para que, por
cada banda, los laterales se sumen a los ataques junioristas: la consecuencia
de una buena defensa es un buen ataque.
Ya
en la faceta ofensiva, es donde radica la versatilidad del onceno dirigido el uruguayo.
Por lo general, son dos los volantes/extremos que tienden a cerrarse para jugar
por dentro, acompañados de dos delanteros de diferentes características, bien
sea un nueve de área, o delanteros escurridizos y potentes.
Y
de esos cuatro puestos, dos tienen dueño: Teófilo Gutiérrez y Yimmi Chara. Teo,
siempre como delantero y Chara alternando entre volante/extremo por derecha o
segundo delantero. Con ellos dos fijos, se abre un ramillete de posibilidades
en donde a veces se juega empleando un nueve de área, como Roberto Ovelar, a veces
la opción es ubicar a Jarlan Barrera como volante por izquierda con tendencia a
ir al medio, al igual que Sebastián Hernández por derecha o finalmente, a veces
son Luis Díaz, Jorge Aguirre o Yoni González quienes hacen bien sea de
delanteros o extremos. Sin embargo, el que se perfila como el ‘cuarteto ofensivo de gala’ para las
fases finales tanto de la Liga como de la Sudamericana, puede ser el que
conformen Jarlan Barrera y Yimmi Chara como volantes y Teófilo Gutiérrez junto
a Roberto Ovelar en el frente de ataque.
La
magia del 4-4-2 permite una solidez defensiva equilibrada con un constante
flujo de ataques que parten de posesiones largas con toques, con movilidad y con
cambios de posiciones entre los volantes y delanteros, y con permanentes
llegadas de los laterales a posiciones ofensivas, ocasionando que el equipo
rival pocas veces tenga referencias de marcas fijas, situación que dificulta
frenar lo que por muchos momentos de los partidos es un auténtico vendaval
ofensivo. La versatilidad del 4-4-2 de Comesaña espuesta a prueba en los
play-offs de la Liga Águila y en la semifinal de la Sudamericana, ¿le va a
alcanzar?
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